Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de
Representantes, ha dado ls
primeros pasos para la apertura de un proceso de 'impeachment' contra el
presidente Donald Trump a consecuencia de lo que sea ha considerado un presunto
abuso de poder.
Seis comités de la Cámara de Representantes deberán investigar si el
presidente de EEUU trató de conseguir la colaboración de un país extranjero,
Ucrania, para perseguir políticamente
a un rival, Joe Biden. En el caso de que el dictamen sea favorable,
el 'impeachment' podrá seguir adelante.
El 'impeachment' es, en principio, una moción de no confianza en la Cámara que se reserva para "serios
crímenes y faltas" de altos cargos públicos, incluido el jefe
del Estado y del Gobierno. Una vez que es aprobada por la Cámara pasa al Senado, donde se transforma en un
'juicio político' que, si es aprobado por una mayoría de dos
tercios, implica la destitución del cargo afectado, en este caso el presidente,
que pasa a ser reemplazado por el vicepresidente. En la historia de EEUU ha habido tres presidentes que han sufrido
'impeachment' pero ninguno ha sido cesado por el Senado. El único
que dimitió de su cargo fue Richard
Nixon, que lo hizo en mitad del proceso.
Si finalmente se lanza un 'impeachment' contra Trump, no hay duda de que no
será destituido porque todos los republicanos del Senado - donde ese partido
tiene mayoría absoluta - apoyan al presidente, con la única excepción de Mitt
Romney.
Pelosi anunció la medida al declarar que "las acciones que hasta la
fecha ha tomado el presidente han
vulnerado seriamente la Constitución". La líder de la Cámara
de Representantes se ha opuesto siempre a un 'impeachment' de Trump por la
'trama rusa' hasta el punto de que su liderazgo ha sido duramente contestado
por el ala izquierda del partido. Ahora
ha cambiado de opinión tras una serie de llamadas telefónicas con
dos docenas de representantes demócratas que ganaron las elecciones de
noviembre pasado en distritos que habían votado por Trump en 2016.
EEUU nunca ha celebrado una campaña electoral
durante un 'impeachment'. Para el siempre cauto Partido Demócrata ése es un riesgo que no ha
podido ser evitado. Políticamente, 2020 puede ser un año sin precedentes en
EEUU.
Trump ha negado todas las acusaciones. Pero el presidente ha cambiado tantas veces su explicación que su credibilidad
para la oposición es nula. Primero Trump lo negó todo. Después dijo
que había hablado con el presidente ucraniano, Volodymyr Zemensky, para evitar
que los Biden llevaran a cabo actos de corrupción en el país. Ayer, a su
llegada a la ONU, Trump volvió a cambiar de línea argumental, y dijo que había
cancelado la ayuda a Ucrania para obligar a otros países - fundamentalmente,
europeos - a dar más apoyo a Kiev. Tres
explicaciones en cinco días parecen demasiado. Para la oposición,
es claro que el presidente ha tratado de presionar a un país aliado para que
lleve a cabo una operación motivada políticamente contra un posible rival
electoral.
El presidente también reaccionó con una decisión desafiante: entregar este
miércoles a los demócratas la
trascripción de la conversación telefónica que mantuvo con el nuevo presidente
de Ucrania, Volodymyr Zemensky, y en la que, según el diario Wall
Street Journal, le pidió ocho veces que iniciara una investigación de
Hunter Biden.
La decisión de Trump de divulgar la grabación es insuficiente para los
demócratas, que quieren que testifique
en el Congreso la persona que difundió toda la presunta operación de Trump para
obligar a Ucrania a investigar a los Biden. Esa persona, cuya identidad no ha
sido desvelada, quiere testificar pero la Casa Blanca se lo ha prohibido
alegando que, de hacerlo, podría desvelar secretos de Estado.
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