EEUU despega de nuevo

El viernes conocimos los datos de empleo de EEUU en mayo. Se crearon 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo, dato muy positivo si tenemos en cuenta que las previsiones arrojaban una destrucción de 8 millones de empleos. Esto nos enseña, una vez más, que hemos de ser muy prudentes con las previsiones económicas, sobre todo en este contexto de crisis, sin precedente histórico y con una evolución muy rápida. Los modelos estadísticos suelen tener márgenes de error muy amplios, lo cual los hace inservibles a corto plazo, por lo que conviene, más que nunca, mantener la prudencia. Desde febrero hasta mayo se han destruido casi 20 millones de empleos en EEUU y el índice de actividad que replica al PIB de la FED de Nueva York, con datos semanales, sigue sin dar señal de recuperación. Tendremos, por lo tanto, que esperar a que termine el confinamiento e ir midiendo mes a mes cuánto tarda la economía en recuperar los niveles de empleo de febrero. 

Las bolsas reaccionaron con euforia al dato. El índice tecnológico Nasdaq ya ha recuperado su nivel previo a la crisis y cotiza en máximos históricos y el S&P está próximo a su máximo histórico. Los precios actuales de las acciones deberían reflejar los beneficios empresariales futuros, pero esto no ocurre en EEUU desde 2014, por lo que, casi con seguridad, nos encontramos en la mayor burbuja bursátil de la historia, que ya supera la del año 2000. Esto es, sin lugar a duda, un gran riesgo para la recuperación. 

Además, la inestabilidad social y política recorre EEUU, generada por la muerte de George Floyd, y constituye otro gran riesgo. Sin embargo, el poder en EEUU está muy descentralizado y el país puede funcionar con la Casa Blanca colapsada, como ya sucedió con el proceso de destitución del presidente Clinton. Seguramente, lo que estamos viendo en las calles tendrá más influencia en la campaña y en las elecciones de noviembre que en la economía, aunque es evidente que no ayuda a la recuperación. Las encuestas anticipan una victoria de Biden, el candidato demócrata que ya fue vicepresidente en un periodo de fuerte crecimiento del empleo y de la inversión. Por lo tanto, su elección parece que proporcionaría un impulso favorable para salir de la crisis, como sucedió con Obama en enero de 2009.