sábado, 8 de febrero de 2020

El misterio del ‘caso Nisman’

Hace cinco años el fiscal argentino Alberto Nisman fue hallado muerto en el baño de su apartamento la noche del domingo 18 de enero de 2015, con un tiro en la cabeza. La justicia abrió en 2018 una causa por asesinato en la que están procesados sus guardaespaldas y el informático que le prestó el arma. ¿ Suicidio o asesinato? 

Nisman, de 51 años, llevaba diez al frente de una oficina con más de 40 personas, dedicado a investigar el atentado terrorista que destrozó la sede de la AMIA ( Asociación Mutual Israelí Argentina) el 8 de julio de 1994, matando a 85 personas. Un atentado planificado por Irán, según diversos servicios secretos internacionales y según el propio Nisman, pero un caso estancado. 
En vísperas de su muerte, el fiscal acusó a la entonces presidenta y actual vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y a varios miembros de su entonces Gobierno de un intento planificado de exculpar de la masacre al Gobierno de Teherán. Además, al día siguiente de su muerte estaba previsto que compareciera ante una comisión especial del Congreso para detallar las pruebas en las que basaba su acusación. El documento que motivó la denuncia de Nisman fue firmado en 2013 entre los Gobiernos de Argentina e Irán. En principio debía de facilitar la investigación de la masacre de la AMIA, al permitir a los investigadores argentinos interrogar a diversos sospechosos en Teherán. Aunque no llegó a aplicarse, este documento fue denunciado por diversos sectores como una tapadera para exonerar a los culpables y limpiar la imagen de Irán. 
Desde un principio la muerte de Nisman dividió a políticos, periodistas, miembros de la judicatura y a la sociedad argentina. Para unos, se trataba de un crimen evidente y para otros de un suicidio. Sin embargo, desde el 2018 la justicia sostiene que fue un homicidio , tras pasar el caso a un juez federal con la salida del kirchnerismo de la Casa Rosada y la llegada de Mauricio Macri. 

En cuanto a la figura de Nisman, dependiendo de quien hable, oscila entre el héroe, capaz de denunciar a la presidenta argentina, y la marioneta en manos de los servicios secretos, que acabó siendo víctima de las intrigas políticas. Hombre coqueto, usaba lentillas de colores y disfrutaba de vacaciones de lujo con jóvenes modelos. Sus finanzas no eran todo lo transparentes que podría pensarse ya que guardaba casi 700.000 dólares en una cuenta bancaria en Nueva York a nombre de su madre, su hermana y el técnico informático procesado por prestar a Nisman la pistola de la que salió la bala mortal. Separado de su mujer, una juez federal, el fiscal tenía dos hijas. 

Aunque a día de hoy la investigación parece estancada, el interés por el caso se ha renovado al comenzar a emitirse la serie de no ficción "Nisman: el fiscal, la presidenta y el espía" en Netflix en Argentina y Movistar+ en España. Esta serie, dirigida por el periodista británico Justin Webster, no resuelve el misterio ni toma partido por ninguna de las dos teorías sobre el fallecimiento. Sin embargo, su objetiva realización cronológica induce a inclinarse por el suicidio al no existir una sola prueba de la presencia de otras personas en la estancia donde fue encontrado.

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