Tres eran, tres, las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena...sigue el refrán.
La sobreinformación y esta nueva rutina de cuarentena nos aboca a especular sobre un futuro incierto, tratando de evitar caer en los tópicos de situaciones solo antes recreadas en algunas novelas o películas, consideradas ahora proféticas.
En nuestro pequeño universo global, sobreinformado, los únicos debates de fondo sobre la mesa son los asociados al deterioro económico que está provocando la crisis sanitaria, la recesión de la que advierten las instituciones y las vías por las que puede discurrir la recuperación económica.
Así pues, desde que se anunciara a principios de febrero el primer caso en la Gomera y hasta que hace cuatro días el Consejo de Ministros extraordinario decidiera paralizar toda actividad no esencial, son muchas las decisiones tomadas por el Gobierno, la UE, otros Gobiernos mundiales...y nosotros mismos en nuestra microeconomía familiar, para hacer frente a esta crisis sanitaria y económica que ya nadie niega.
Los días pasan y del aburrimiento que muchos adolecen otros vamos escapando, sumergidos en nuestras obligaciones. Seguimos empeñados en conseguir compartir un espacio y un tiempo con la familia y en seguir disfrutando, telemáticamente, del resto de ella y de los amigos.
Como especie tenemos problemas, serios problemas. Parece que el Covid-19 ha llegado para quedarse y está poniendo a prueba a los sistemas de salud en todo el mundo. Se anuncia, por así decirlo, una pandemia en tres actos.
Por una parte, la solución a corto plazo pasa por las medidas extraordinarias de aislamiento, que se están poniendo en práctica, y que parecen haber sido efectivas en otros momentos de la Historia, léase la famosa Gripe Española. Ayuda también en el corto plazo los ensayos que se están realizando con medicamentos conocidos, utilizados para tratar otras enfermedades, con los que se están consiguiendo controlar síntomas en los pacientes graves. Desgraciadamente todo esto ha llegado tarde para los muchos fallecidos.
Además, aunque el desarrollo de fármacos y, sobre todo, de una vacuna para luchar contra la enfermedad nos permita llegar en el medio plazo a una especie de inmunidad grupal, este proceso supondría al menos un año de ensayos clínicos. A esto habría que sumar una cantidad extraordinaria de recursos económicos, públicos y privados, y un compromiso real por parte de los Gobiernos y las empresas para compartir los avances científicos realizados. En el camino nos habremos dejado más seres queridos, probablemente parte de la recuperación económica... y el mundo tal y cómo lo conocemos ahora.
Por otra parte, se calcula que en el largo plazo la exposición al virus nos hará inmunes incluso a sus mutaciones. Y quizás en los libros se estudiará, que la combinación de medidas de prevención, tratamientos, vacunas, avances científicos y el extraordinario trabajo de los sanitarios y otros muchos colectivos heroicos logró que la especie sobreviviera. Sin embargo, es sabido que el Covid-19 tiene comportamientos diversos, desde pacientes asintomáticos a extremadamente graves. Esto nos lleva a plantearnos, en términos catastrofistas, que la economía podría colapsar por completo mientras tratamos de alcanzar la inmunidad.
Nos encontramos en el primer escenario. En un entorno de incertidumbre, exceso de información y, en algunos casos, miedo. En estos momentos en que la vida se ha parado no hay disimulo posible. Es necesario ser parte activa de la solución y ayudar en la batalla manteniéndonos firmes y tranquilos. Sé un héroe, quédate en casa.
#yomequedoencasa
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