Tras cada experiencia se aprende algo. De una experiencia global se aprende incluso más. La Humanidad ha aprendido, o tendría que haberlo hecho, a respetar y valorar la vida y el sitio, el planeta, que habitamos.
Ha vuelto el valor de lo esencial. Primero, la vida humana, la salud. Después, el cariño: la familia, los amigos, los vecinos. Valoramos más que nunca a los demás y, en especial, a nuestros mayores. Nos damos cuenta de lo mucho que tenemos, tanto por su presencia como por su ausencia. Que el confinamiento, oí una vez, es un lujo de ricos es terriblemente cierto. Cuando todo pase, aprovechemos la oportunidad de la inercia. Habrá que seguir luchando contra pandemias no víricas, cercanas y lejanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario