Como dijo Konrad Adenauer, primer canciller de la República Federal de Alemania y uno de los fundadores de la UE, “La historia es aquello que se pudo evitar”. El Covid-19 parece que ha venido para quedarse, al menos un tiempo. A estas alturas de la pandemia creo que lo mas coherente es descartar la teoría de la conspiración. Nadie puede tener tanta maldad y la experiencia nos dice que las cosas siempre son más sencillas de lo que parecen, recordemos “la navaja de Ockham”.
La soberbia occidental de pensar que nuestro sistema de salud era el mejor del mundo nos ha pasado factura. Faltaban medios para hacer frente a una pandemia. Los alemanes, suecos, coreanos y holandeses fueron más previsores y pudieron proteger de una manera más eficaz a su población.
El pasado no se puede cambiar. Hay que mirar al futuro, con los pies clavados en el presente y grandes dosis de realismo. Mantener la prudencia, hasta que se comercialicen antivirales y fármacos que permitan a aquellas personas con el sistema inmunológico más débil hacer frente al virus. En el caso del Sida, del que aún no hay vacuna, los antivirales son tan eficaces que pocos de los enfermos que se contagian acaban falleciendo. En los años ochenta su tasa de letalidad era del 100%. Los centros de investigación y las empresas farmacéuticas anticipan que pronto habrá una vacuna en el mercado. Mantenemos la lucha, mantenemos la Esperanza.
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